Respecto al espacio que encontramos en la película, es el Londres que todos tenemos en nuestra cabeza, un Londres nublado, húmedo, con un aire un poco descuidado, sucio.
No predominan unas localizaciones generales, podemos hablar de dos o tres lugares en los cuales se articulan más de una escena como, por ejemplo, el ring de boxeo en el cual pelea “Mickey” dos veces, el despacho en el cual tienen secuestrado a “Franky” gran parte de la película, o el campamento de gitanos en el cual vive “Mickey” con su familia.
Estos espacios no son de una relevancia puntera dado que la trama podría desarrollarse de la misma manera siendo igual de buena si Guy Ritchie hubiera elegido cualquier otros, digamos que la base de la película no son los espacios, sino el formato de guión acompañado de un montaje paralelo con un toque o matiz bajo mi punto de vista propio de la publicidad.
Analizando la relación de los espacios, ningún personaje tiene un escenario endémico salvo “Mickey” y su campamento, el cual ambienta su estilo de vida. Como gitano Londinense que es, vive en una explanada con escasa vegetación en la que él y su familia asientan su comunidad basándose en una red de caravanas, con él fin de una vida nómada, dependiente del lugar en el que encontrar dinero.
Mi humilde opinión dice que no es la elección de localizaciones lo que caracteriza la grandeza de la película, ya que aporta una ínfima tilde narrativa en comparación con la fantástica iluminación, en la que predomina la paleta de grises, ambientando con maestría ese Londres perfectamente elegido con el fin de articular el humor negro característico de “Snatch”, así como esa clave baja utilizada en interiores, la cual reafirma el tono de la escena.